El regreso de las vacaciones
Uno de los grandes desafíos del año es el regreso a casa después de las vacaciones. Volver a la rutina implica tener que renegociar de nuevo con una compañera odiosa y antipática como es la alarma mañanera silenciada durante unas semanas, para nuestro gran regocijo. El reloj de la muñeca también reclama su atención y este viejo amigo te recuerda que el tiempo no espera, y que tenemos que empezar a encajar trabajo, obligaciones y necesidades como si se tratara de un rompecabezas. Los días de relax y disfrute ya quedaron atrás para los que hemos sido más afortunados. Ahora toca vuelta al trabajo y recuperar la rutina de forma gradual.
El contacto con el sol y la naturaleza, en mi opinión, son un chute de energía que todos necesitamos y de los que nunca deberíamos renunciar para recargar las pilas y desconectar de las responsabilidades y preocupaciones que acumulamos durante el año. Pasar tiempo al aire libre, sintiendo los rayos del sol en la piel y respirando aire fresco, nos renueva por dentro y por fuera. Pero, como todo en la vida, tiene su lado menos idílico. Nada es perfecto…
Efectos del sol sobre la piel
Pasar demasiado tiempo bajo el sol no solo es la fórmula perfecta para lograr un bonito bronceado, sino también para acelerar el envejecimiento de tu piel a pasos agigantados. Este tipo de envejecimiento, conocido como envejecimiento actínico o, más comúnmente, foto envejecimiento, es como darle un empujón al reloj biológico de tu piel, haciéndola lucir más madura de forma prematura. Y no podemos olvidar el riesgo más serio: el cáncer de piel, que es una amenaza real y peligrosa.
Pero además de estos efectos preocupantes, la exposición prolongada al sol trae consigo otras consecuencias que seguramente te resultarán familiares. A continuación, te cuento algunas de ellas, y estoy segura de que te identificarás con más de una.
Sequedad cutánea: El sol, el viento, la sal del mar o el aire seco de la montaña pueden dejar tu piel más reseca que un desierto. La piel se presenta deshidratada, debido a las alteraciones en la barrera epidérmica, en el ácido hialurónico de la capa dérmica y en otros componentes que retienen el agua. Sentirás que necesitas hidratarte urgentemente.
Descamación: Si te pasaste de tiempo bajo el sol y no utilizaste suficiente protección solar, es probable que tu piel se quemara y que comience a pelarse en los días siguientes, como si fuera una advertencia para la próxima vez que expongas tu piel al sol.
Manchas y pigmentaciones solares: Esas pequeñas manchas oscuras que pueden aparecer tras una jornada intensa bajo el sol son señales de que tu piel ha recibido más radiación UV de la que debería.
Piel áspera: El viento y la exposición al sol pueden hacer que la piel se sienta más rugosa al tacto, perdiendo suavidad.
Elastosis solar: Es un cambio en la piel que ocurre después de estar mucho tiempo expuesto al sol a lo largo de los años. Básicamente, los rayos solares dañan las fibras de elastina, que son las que le dan elasticidad y firmeza a la piel. Como resultado, la piel se vuelve más gruesa, arrugada y pierde su flexibilidad natural, dándole una apariencia envejecida y con un tono más amarillento. Es una forma de envejecimiento prematuro causado por el sol.
Cuidados post-vacacionales de la piel
Si te has reconocido en alguno de estos síntomas, ¡no te preocupes! Es totalmente normal, y seguro que ha valido la pena cada momento bajo el sol durante tus vacaciones. Pero ahora es el momento de equilibrar la balanza y cuidar tu piel para contrarrestar esos efectos. ¿Cómo? ¡Con una buena dosis de mimos! Te propongo algunos de mis masajes faciales favoritos, que harán que tu piel se sienta renovada y llena de vida. ¡Vamos a por ello!
Te voy a recomendar dos de mis masajes favoritos: Masaje revitalif o Royal Kobido. Los dos tienen en común los siguientes pasos.
Limpieza suave: Realizaré una limpieza profunda con una pruina (emulsión) rica en principios activos antiinflamatorios, antioxidantes y calmantes como el aloe, la malva, el brezo, el mirtilo, etc… Para eliminar residuos de cremas y suciedad acumulados durante las vacaciones.
Peeling suave: Solo en aquellas pieles que lo admitan, no debemos de estresar aún más la piel. El objetivo es limpiar y eliminar las células muertas de la capa córnea, para facilitar la penetración de otros principios activos y cosméticos.
Masaje: Hidratación a tope. Hidratar bien es la clave para recuperar esa capa protectora natural, llamada manto epicutáneo y reforzar la barrera que mantiene tu piel sana y protegida.
Esta es una de las partes más placenteras para la clienta. Dedico varios minutos a relajar la musculatura de la parte posterior del cuerpo, concentrándome en los trapecios, el cuello y la cabeza. Posteriormente, aplico diversas técnicas de Kobido para tonificar la musculatura facial, utilizando una combinación de aceites vegetales enriquecidos con vitaminas A, C y E, además de principios activos regeneradores y antienvejecimiento. Para completar el tratamiento, empleo técnicas de drenaje y relajación con la guasha, ayudando a suavizar las arrugas superficiales.
Mascarilla: Aplico una mascarilla revitalizante, para que la piel recupere su elasticidad y el agua. La hidratación es fundamental para devolver a la piel un aspecto luminoso.
Reflexología podal: Durante los 15o 20 minutos que dura la aplicación de la mascarilla, me concentro en trabajar el sistema nervioso, renal y linfático de la clienta, con el objetivo de promover su relajación y equilibrio energético.
En resumen, con cualquiera de estos dos masajes, tu piel volverá a sentirse renovada y lista para la rutina diaria, como si nunca se hubiera enfrentado el estrés de las vacaciones. ¡A cuidarse ya!
