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ME TOCA UN PIE

Diario de una mujer normal en una época fuera de lo normal
(con la colaboración de Juan Olmedo Soler).  

– No os cuento nada nuevo si os digo que vivimos tiempos difíciles y llenos de incertidumbre. Este virus con tan mala leche ha puesto el mundo patas arriba y ahora toca vivir el día a día sorteando situaciones que en algunos casos son hasta surrealistas. Cuando escuchas las noticias te dan ganas de llorar… que nos preparemos para cantar de nuevo el Resistiré, que si cerrarán de nuevo los coles, que si Ponce ha discutido con su novia en la playa… En fin, he decido ver el telediario lo imprescindible, reír en vez de llorar y escribir un artículo surrealista, “ad hoc” con la situación.

Perdonad, no me he presentado – Me llamo Antonia, aunque todos me llaman Chelo. Ya. Yo tampoco lo entiendo pero a estas alturas… Llevo casada 20 años con el mismo hombre. Lo especifico, porque ahora no es tan normal. Me refiero al tiempo casada. Bueno y a mi marido. Él se llama José pero todos lo llaman José. Sí, es súper injusto. De joven se comía el mundo. Aspiraba a ser Consejero Delegado de una empresa del IBEX, con su chófer, sus dietas, su megacesta de navidad… pero la cosa quedó en un sobrepeso de 15 kilos y funcionario.

Tenemos dos hijos: la ¨parejita”. Un adolescente con bigotillo de frutero, que en estos momentos lo daríamos en adopción. Se llama José como el padre, pero le llamamos Jo de lo hartos que nos tiene y una princesita de 10 años de nombre Eulalia, como su tatarabuela por parte de padre, que canta como los ángeles las canciones de Abba. La niña apunta maneras, y pese al nombre que la pusimos aún nos dirige la palabra. Es la alegría de la casa. Como veréis mi vida entra dentro de lo que podríamos clasificar como “normal”.

Trabajo como abogada en un despacho y en dos días me reincorporo. No me puedo quejar con los tiempos que corren, pero todo se me hace bola. Mis pies ya presienten algo y ahora tumbada en la cama intentando conciliar el sueño y moviendo los dedos me los imagino hablando entre ellos quejándose por todo.

Seguro que el dedo pequeño estará llorando porque siempre le dejan de lado. El gordo estará aterrorizado pensando que pronto le meterán en los zapatos de tacón. El de en medio intentando poner orden cuando los otros dos meten baza diciendo uno que quiere volver a la playa y el otro dice que porqué no ir a la montaña.-

– Y todos quejándose al unísono de que sean siempre los dedos de las manos los que luzcan moreno en la oficina y ellos encerrados todo el día en esos incomodísimos zapatos. Seguro que mañana me piden que les deje este año teclear el ordenador a ellos. No se si a mi jefe le va a gustar cuando me vea con los pies en la mesa. Esto me huele fatal.-

-Necesito terminar con mis desvelos e imaginaciones y creo que tengo la solución: un As guardado en la manga que nunca falla. Recibir una “refle” de pies. Me relaja, disminuye mi estrés, mejora mi humor y duermo de un tirón. Es mano de santo. Además, me llevo fenomenal con la chica que los da. Es muy simpática, la verdad. Esta semana, sin falta, pido una cita con Carmen. ¡Qué carai, que me toquen los pies!-

cosmética orgánica, Salud

TERAPIAS NATURALES BENEFICIOSAS FRENTE AL COVID19

El año 2020 pasará a la historia por ser testigo de una de las grandes pandemias que logró paralizar el latido de la humanidad y la actividad económica mundial. A principios de enero llegaban noticias desde China acerca de una enfermedad muy contagiosa, una especie de gripe, que en casos excepcionales podía llegar a ser mortal. Pero aquello ocurría en Asia, muy lejos de Europa, no era “nuestro” problema. Sin embargo, el Covid19 se propagó como la pólvora y llegó a nuestras vidas poniéndola patas arribas. Nos confinó, nos zarandeó y nos despertó de nuestro delirio de omnipotencia: ni somos los amos del mundo ni podemos tenerlo todo bajo control.

Este virus no grato ha llegado a nuestras vidas para quedarse y cambiarla de forma radical. Por el momento no nos queda otra que aprender a convivir con él y adaptarnos a la nueva realidad. Una de las pocas certezas acerca de él es que contagia a través de las vías respiratorias y los pulmones, donde puede desencadenar graves problemas de salud incluso puede llegar a ser letal, sobre todo en aquellas personas vulnerables. Por eso hoy me gustaría hablaros de dos terapias naturales: la haloterapia y la reflexoterapia podal. Además de proporcionar múltiples beneficios para la salud, destacan por su capacidad para equilibrar y reforzar el sistema respiratorio. Aplicadas conjuntamente durante una misma sesión pueden ayudar a reducir la medicación y mejorar la calidad de vida de aquellas personas a quienes este virus ha dejado secuelas físicas en los pulmones[1].

¿Qué es la haloterapia?

Es una terapia totalmente natural, que se puede combinar con tratamientos farmacológicos sin efectos secundarios. Consiste en la respiración de micro partículas de sal de roca dentro de una sala en la que se ha reproducido el clima de las minas de sal. El cloruro sódico es antiinflamatorio, antiséptico y antibacteriano, además de potenciar el sabor de los alimentos. La haloterapia aporta, entre otros, los siguientes beneficios:

  • Induce a la relajación.
  • Reduce la inflamación de las vías respiratorias.
  • Aumenta la capacidad pulmonar facilitando la oxigenación y la expectoración.
  • Mejora problemas respiratorios como bronquiolitis, asma, alergia, sinusitis, rinitis y bronquitis.
  • Alivia problemas dermatológicos como dermatitis atópica, acné, psoriasis y eccemas.

[1] Los pacientes post-covid, que hayan tenido graves problemas vasculares como por ejemplo trombos, no podrán recibir el tratamiento conjunto hasta haber solucionado dicha patología y siempre se realizará bajo consentimiento o autorización médica.

La haloterapia se popularizó en el siglo XIX gracias a los estudios publicados en 1843 por el doctor Feliks Boczkowski. Este médico llegó a la conclusión que la inhalación de micro partículas de sal suspendidas en el ambiente de las minas de Wieliczka (Cracovia) protegió a los mineros de padecer problemas pulmonares, respiratorios o tuberculosis que afectaban al resto de la población. A partir de entonces, se fueron abriendo sucesivamente sanatorios para los asmáticos en cuevas de sal naturales de toda Europa como en Alemania, Suiza, Hungría, Bulgaria y la antigua Yugoslavia.

La reflexoterapia podal, por su parte, no solo va a equilibrar a nivel energético y físico el organismo. Sino que además va a reforzar y potenciar los efectos beneficiosos de la haloterapia mediante la estimulación de los puntos reflejos del aparato cardiorespiratorio en el pie; ambas terapias logran mejorías muy similares en los pulmones como son:

  • Aportar mayor oxigenación a los tejidos y por lo tanto aumentar la vitalidad.
  • Descongestionar las vías respiratorias altas.
  • Ayudar a la expectoración del moco y producir efectos depurativos, especialmente en personas fumadoras.

Por eso quienes experimenten conjuntamente las dos terapias van a sentir casi de inmediato que respiran mejor, más despacio y más profundamente[1].

El Covid19 ha generado mucho sufrimiento, aunque también ha despertado y ha sacado lo mejor de nosotros como sociedad. Nos ha devuelto la empatía hacia el sufrimiento ajeno y nos ha hecho ser más solidarios. También nos ha recordado que la vida se puede escapar en un suspiro. Te propongo disfrutar de la vida a pleno pulmón. Cuídate y regala salud a quien más te importa. Nosotros te podemos ayudar a conseguirlo.

[1] La reflexoterapia podal tiene una serie de contraindicaciones, que se deben de respetar. Ante cualquier duda, consúltenos.

Vídeos

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Manipulaciones más enérgicas con el fin de esculpir la musculatura facial y estimular el colágeno y la elastina de la capa dermis.

Primeros pases circulares, suaves y relajantes, para reducir estrés y calentar toda la musculatura facial.

Primeras manipulaciones de calentamiento previas al masaje general. Relajan, reducen ansiedad y preparan la musculatura de los pies.

Belleza

BELLEZA IMPERECEDERA

Belleza imperecedera/BlogNT Garay/Belleza/06.05.2020

“La belleza del rostro es frágil, es una flor pasajera, pero la belleza del alma es firme y segura” (Molière). Esta frase me viene como anillo al dedo para tratar dos temas que me interesan mucho: la belleza y saber envejecer.

Pertenezco a la generación que creció viendo a los payasos de la tele: Gabi, Fofó y Miliki, que se iba a la cama cantando vamos a la cama con la familia Telerín, que lloró la muerte de Chanquete en Verano Azul y que disfrutó su adolescencia escuchando la música de los 80.

Hoy en día, con medio siglo a mis espaldas, reconozco que me asusta la visión de Occidente sobre la belleza. Es un concepto demasiado superficial basado en la pura apariencia. La industria de la estética venera y promociona cánones de belleza inalcanzables para una gran mayoría de la población. A veces, perseguirlos puede poner en riesgo la integridad y la salud de las personas.

Todo ser humano desea ser bello, independientemente de que sea joven o viejo, hombre o mujer. El anhelo de la belleza física y el gozo que se experimenta al contemplarla parece arraigado en lo más profundo de la psique humana; es una necesidad del hombre. Estoy a favor de los tratamientos estéticos y las intervenciones de cirugía siempre y cuando respeten la esencia de cada persona. De hecho, yo trabajo en este campo y me dedico a dar masajes de lifting facial japonés.

¿Dónde están los límites?

La obsesión por conseguir la perfección del cuerpo podría llevar irónicamente a la deformidad y a la destrucción física y psíquica. Por eso pido sentido común. Me refiero al hecho de tener consciencia de que existe un límite para cada uno; es una línea fina y tenue muy fácil de rebasar sin darse cuenta, con consecuencias irreversibles. Y por supuesto hay que acudir siempre a buenos profesionales.

Me gustaría llegar a viejecita reconociéndome en el espejo. Mirarme y poder decir: soy Yo, pese a las arrugas que pueda presentar mi rostro. Quizás moleste, porque no es lo que se lleva. Sin embargo, es una opción como otra cualquiera. Ahora prima aparentar un rostro de una chica joven cincelado a golpe de bisturí o de pinchazos sin importar la edad. Apelo de nuevo a la coherencia y os invito a mirar con nuevos ojos el concepto de belleza.

Como bien dice George Bernard Shaw “La juventud es una enfermedad que se cura con los años”. Es una etapa que parece infinita mientras la vives y que desaparece cuando menos te lo esperas. Es tan frágil y fugaz como la belleza de una rosa. Pero la flor guarda un secreto. Aunque pierda su esplendor y sus pétalos, su perfume sutil y etéreo perdura transformándose en recuerdos. Revivirá en nosotros cada vez que la percibamos y será capaz de evocarnos el recuerdo de un ser querido o un momento especial. La belleza de la flor reside no solo es su aspecto sino en su fragancia: su legado y su alma.

El tiempo pasa y envejecer es inevitable. Cada uno lo hará a un ritmo diferente en función de sus hábitos de vida y sus circunstancias. Cuando el cuerpo se deteriora, nos queda nuestra riqueza interior: dones y virtudes. Hacerlos trascender para potenciar nuestra belleza externa es una manera de compensar el declive físico. A lo mejor suena cursi o trivial lo que digo, pero para mí es así. Me interesa la belleza que es capaz de traspasar la simple apariencia. La que irradia salud y felicidad. La que emana de forma natural cuando existe equilibrio entre el cuerpo, la mente y el alma. Aquella que se revela contra el artificio depredador actual. ¿Acaso una mirada con patas de gallos y párpado caído no puede ser bella cuando transmite amor, ternura, bondad o inteligencia?

Envejecer no es un proceso fácil ni agradable. Es un camino que requiere de aceptación, de cuidados y de trabajo interior. Si nuestra percepción de la belleza se ciñe solo al cuerpo físico, la reducimos a un espacio terriblemente restringido y efímero. Sin embargo, si nos esforzamos por tener una visión más espiritual, que resuene más con nuestra esencia como Ser de amor, nuestra belleza será imperecedera.

cosmética orgánica

COSMÉTICA ORGÁNICA VS COSMÉTICA CONVENCIONAL

Nunca me pude imaginar que el popular refrán “eres lo que comes” encerrara tanta verdad, hasta que estudié medicina ayurveda. Os estaréis preguntando qué tiene que ver este dicho con la cosmética. Pues todo. Porque la piel también se alimenta y cualquier cosa que le des de comer terminará siendo parte de ti.

Desde el punto de vista védico nuestro cuerpo está formado por siete dhatus o tejidos: el plasma, la sangre, los músculos, la grasa, los huesos, la médula ósea o tejido nervioso, y el reproductivo. El proceso comienza con el plasma o rasadhatu, el primero de todos ellos, formado gracias al aporte nutricional de los alimentos ingeridos. Su función principal es alimentar, lubricar  y sostener los tejidos que se desarrollan en secuencia; cada dhatu se construye a partir de la materia prima del tejido anterior. El plasma forma la sangre, el tejido sanguíneo da lugar al tejido muscular, y así sucesivamente. En este sentido, todos los tejidos del cuerpo son una versión transformada de rasadhatu.

Lo interesante de este proceso es comprender que cada uno de estos tejidos está conectado con uno de los siete estratos de la piel. De tal manera que cualquier cosa que sucede en uno de los dhatus tiene repercusiones en la piel. Y a la inversa, cualquier sustancia absorbida por la piel también afecta a los tejidos particulares del cuerpo. Así pues, la salud del cuerpo depende en gran medida de la calidad del alimento asimilado a través de la boca y la piel.

Teniendo en cuenta cuánto influye la alimentación y la cosmética sobre nuestro cuerpo, deberíamos ser más exigentes con la calidad de los productos que aplicamos sobre la piel. No hay que olvidar que es un órgano, y por cierto, el más grande del cuerpo, pero además cumple una serie de funciones vitales. Nos protege de agresiones físicas y químicas externas, elimina residuos a través de la transpiración, mantiene estable nuestra temperatura corporal y nos permite desarrollar el sentido del tacto.

La piel o rasasara, nombre ayurvédico cuyo significado es crema que sube a la superficie, demanda una atención especial. Necesita de higiene, hidratación, nutrición y protección. Algunos de los componentes de los cosméticos terminarán en el torrente sanguíneo y entrarán a formar parte de los tejidos aportando un tipo de energía y de información. Cuanto más naturales sean, más fácil será para nuestras células integrarlos y metabolizarlos sin alterar o perjudicar la homeostasis corporal.

Hoy en día los mercados están saturados de cientos de productos de belleza. Algunos de ellos denominados bio o naturales pueden ser un engaño; no todos están libres de contener productos perjudiciales o sustancias químicas tóxicas. Para no llevarte sorpresas desagradables, te aconsejo que leas con atención la lista INCI _etiquetado de los ingredientes en el embalaje de los cosméticos_.  

Razones para comprar cosmética orgánica certificada.

Por una cuestión de salud. Si eres lo que comes, asegúrate de adquirir cosméticos certificados. Los sellos de certificación son los únicos que garantizan que la marca ha sido auditada para cumplir con unos estándares orgánicos de formulación e ingredientes.

En beneficio de la piel. Una piel sana tolera mejor y genera menos alergias, cuando se utilizan productos bio u orgánicos de calidad. Puede que los resultados no sean tan rápidos ni visibles como los de la cosmética convencional, pero con el tiempo la piel se verá más sana y luminosa.

No crean falsas expectativas. Es una cosmética mucho más honesta. En la mayoría de los productos convencionales los activos apenas representan un porcentaje muy pequeño de la fórmula. Sin embargo, es tan potente y eficaz la publicidad que hay detrás, que es inevitable no creer en el efecto milagro.

Respeto hacia los animales. La cosmética orgánica y 100% libre de tóxicos, por filosofía, no trabaja con ingredientes que hayan sido testados en animales. Poco más puedo añadir en este punto.

Cuidado del medio ambiente. La cosmética certificada evita el uso de sustancias tóxicas, que son perjudiciales para la piel, la salud y el medio ambiente. Además, la mayoría de las firmas con sello orgánico, utilizan materiales reciclables, porque es una cosmética sostenible y respetuosa con el planeta.

Es cierto que la cosmética orgánica resulta, en algunos casos, más cara o menos duradera que la convencional. No lo voy a negar. Pero en tus manos está valorar los beneficios. Tú decides velar por tu salud y tu bienestar. En cuanto a nuestro planeta, creo que es un deber y una responsabilidad de todos cuidarlo, para que lo puedan disfrutar las generaciones venideras tal y como nosotros lo estamos haciendo.